Literatura para liberar la verdad.

Jorge Volpi construye un viaje por el lado más oscuro de México en 'Una novela criminal', en la que documenta la farsa que rodeó el encarcelamiento de la francesa Florence Cassez.

El día que conocí a la francesa Florence Cassez estaba a punto de cumplir 36 años de edad, ya llevaba cuatro y medio en una cárcel de México y aún le quedaban otros 55 para ir vestida de azul. Al menos en aquella época, primavera de 2010, las instituciones penitenciarias mexicanas disponían que las presas preventivas vistieran con ropa beis o de color café, y las condenadas, de azul. Cassez ya había sido sentenciada a 60 años de prisión por secuestrar, junto a su novio, el mexicano Israel Vallarta, a tres personas en un rancho situado al pie de la carretera México-Cuernavaca. Su detención y la consiguiente liberación de sus víctimas —al amanecer del 9 de diciembre de 2005— fueron retransmitidas en riguroso directo por uno de los informativos de mayor audiencia, el que conducía en Televisa el periodista Carlos Loret de Mola. ¿Qué podían hacer los jueces sino condenar con una pena ejemplar a quienes millones de mexicanos —hartos por la espiral de violencia que había provocado la guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón— habían visto por televisión mientras eran apresados por la Policía Federal?





La respuesta a esa pregunta es Una novela criminal, premio Alfaguara de novela 2018. El escritor Jorge Volpi (México, 1968) ha recopilado de forma minuciosa datos y testimonios hasta construir lo que, a modo de advertencia al lector, el propio autor denomina como “una novela documental o novela sin ficción”. O lo que también se podía llamar “la investigación que ni los jueces ni los periodistas hicieron para desenmascarar a una policía corrupta”. Después de casi 500 páginas de viaje por el lado más oscuro de México, el lector llega a la conclusión de que todos los papeles estaban cambiados. Lo que vieron con sus propios ojos aquella mañana de diciembre era mentira. La detención de Florence Cassez y la liberación de sus supuestas víctimas no fue más que un teatro a mayor gloria de la Policía Federal y en provecho de la audiencia televisiva. Dado que las autoridades —políticos, policías y jueces— habían optado por la ficción, el novelista decidió agarrarse a los datos. Si la verdad había sido secuestrada por el poder, la literatura aceptó el reto de liberarla. Durante la presentación de su obra en Madrid, Jorge Volpi, uno de los autores más prolíficos y galardonados de la literatura mexicana, advirtió: “Si ahora nos preocupan tanto las noticias falsas, ahí estaba el germen, la primera fake news. Durante dos horas, los mexicanos vieron un montaje contra los presuntos secuestradores y contra las víctimas. El policía que llevó la investigación fue ascendido y solo un periodista fue despedido. Es inaudito”.

Aquella mañana de 2010 en que Florence Cassez, vestida de azul, me invitó a un café preparado por ella misma en una galería del penal de Tepepan, no tenía demasiadas esperanzas de salir con vida de allí. A su edad de entonces, casi 36 años, le sumaba lo que le quedaba de condena por cumplir —55— y el resultado se convertía en una cadena perpetua. Por si fuera poco, un conflicto diplomático provocado por el entonces presidente francés, Nicolás Sarkozy, complicó aún más las cosas. El mandatario francés visitó México con la intención de llevarse de allí a Florence Cassez a las bravas, lo que puso en pie de guerra al nacionalismo mexicano. El presidente Felipe Calderón, muy cuestionado por las dramáticas consecuencias de su guerra al narcotráfico, vio la oportunidad de rentabilizar la situación y se negó en redondo a cualquier medida de gracia. Cassez solo pedía entonces que los jueces volvieran a examinar su caso, “pero con buena fe”. Una fe en la verdad que, en la pluma de Volpi, se convierte en un relato apasionante. El jurado del Premio Alfaguara, presidido por Fernando Savater, destaca que en Una novela criminal Jorge Volpi —“rompiendo con todas las convenciones del género”— coloca al lector y a la realidad frente a frente, sin intermediarios: “En esta historia, el narrador es tan solo el ojo que se pasea por los hechos y los ordena. Su mirada es la pregunta, aquí no hay respuestas, solo la perplejidad de lo real”.

Antes de partir hacia la prisión de Tepepan para entrevistar a Cassez, su abogado de entonces, Agustín Acosta, un mexicano orgulloso de su país pero consciente de sus asignaturas pendientes, me advirtió: “México es muy luminoso, pero su lado oscuro es muy oscuro”. La novela de Volpi se compromete tanto con la verdad que cuando recurre a la conjetura o a la imaginación para llenar la ausencia de pruebas o documentos se lo advierte al lector: “Lo asiento de manera explícita para evitar que una ficción elaborada por mí pudiera ser confundida con las ficciones tramadas por las autoridades”.
recuperado de:https://elpais.com/cultura/2018/03/23/babelia/1521803125_386534.html

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